En los Juegos Olímpicos se tejen historias increíbles que marcan precedentes importantes. Caso peculiar, es la herencia que entre apellidos y familia se generan.
Aquí presentamos cinco historias de padres e hijos que tomaron la posta olímpica.
1. Gary Hall Sr. Y Jr: 13 medallas en seis Juegos Olímpicos en la natación
En 1974, en Cincinati (EEUU), nació Gary Wayne Hall Júnior. A esas alturas, su padre, Gary Hall Senior, ya era uno de los nadadores más populares de su país, ganador de dos medallas olímpicas en México 68 (plata en los 400 estilos) y Munich 72 (plata en 200 mariposa). Gary Hall Júnior de Atlanta 96 a Atenas 04, justo antes de la irrupción de Michael Phelps, sumó diez medallas, entre relevos y pruebas de velocidad (50 y libre).
2. La familia Amat: 50 años de olimpismo
Pol Amat (1978) logró, en 2008, ser nombrado por la Federación Internacional de Hockey el mejor jugador del mundo. Ese año se colgó la plata en los Juegos de Pekín, liderando una España que se subió al podio 12 años después. Precisamente, el jugador del Egara ya estaba en aquella selección que repitió plata en Atlanta 96.
3. Tamás y Zoltan Kasas: historia olímpica en el waterpolo
El waterpolo en Hungría es una religión, y Tamás Kasas es uno de sus máximos exponentes. El jugador, nacido en 1976, perteneció al equipo olímpico que fue triple campeón en Sidney, Atenas y Pekín, de 2000 a 2008, tomando el relevo de la generación de oro española. Su padre le había marcado el camino en los años 70, al ser medallista de plata en Munich 72.
4. Madre e hijo por la gloria en el tiro olímpico
Por primera vez en la historia, madre e hijo compitieron en unos mismos Juegos Olímpicos. Fue en Río en la modalidad de pistola olímpica. Nino Salukvadze es la madre, que ha competido en nueve Juegos Olímpicos. En Río, hizo pareja con su hijo Tsotne Machavariani. Finalizaron en sexta posición.
5. Herencia Conte en el voleibol
La selección masculina de voleibol en Argentina solamente tiene una medalla olímpica, el bronce obtenido en Seúl 88. En aquel legendario equipo estaba Hugo Conte, elegido como uno de los ocho mejores jugadores del Siglo XX y el único argentino que ingresó en el Salón de la Fama. Un año después de aquella gesta, nació Facundo Conte. Su hijo siguió los pasos de su padre aunque no haya logrado obtener una medalla.