EL RELEVISTA | Lo más sensato que debe hacer la MLB es programar desde ya una temporada de menos partidos
Por Gonzalo Rodríguez Crespo
El devastador efecto del Coronavirus en el béisbol ponchó a todos en las Grandes Ligas. Equipos, jugadores y, sobre todo, peloteros de las menores sin buenos contratos y los empleados temporales de la industria se enfrentan a una recesión fuerte. Ante este panorama, con muchas cosas en contra, pensar en una ronda regular de seis meses y 162 partidos parece una quimera.
No es la intención de quien escribe decirle a los encargados de manejar la industria cómo hacer su trabajo. Sin embargo, y en mi opinión, no hay que ser un experto en planificación para entender que es cuesta arriba para cada una de las 30 franquicias de la MLB cumplir con un calendario de más de un centenar y medio de duelos.
Y es así porque los cálculos más optimistas, entiéndase bien las más optimistas, estiman que la zafra de las mayores podría comenzar entre finales de mayo y comienzos de junio. Otras personas, quizás más pesimistas o realistas según se le mire, piensan que se jugaría el Opening Day el 4 de julio.
Pero acá vamos a tomar la premisa de "los más optimistas" pues la idea no es ser alarmista y confiar en que la pandemia será controlada en semanas. Si eso es así tendrían que meter todos los 162 duelos en cuatro meses y medio, pues es lógico pensar que querrían jugar la postemporada en octubre en vez de noviembre por las amenazas de nieve.
Mi pensamiento: a simple vista es muy complicado meter todo estos partidos en unos 150-160 días.
Son varias las cosas que hacen más difícil jugar una ronda regular en cuatro meses que darle un jonrón de 445 pies a Gerrit Cole.
Primero, la campaña se juega a lo largo y ancho de Estados Unidos, uno de los países más grandes del mundo. Los traslados en buena parte de las ocasiones son largos, con viajes de hasta cinco horas. Aunque se realicen en avión, moverse dentro de la gigantesca nación del norte requiere de tiempo. Por eso es hay días libres cada semana, para realizar las giras con el suficiente descanso.
Pero pongamos que se hace un esfuerzo, se contratan vuelos charters y ya el traslado de costa a costa no es un problema. ¿Se acaban las amenazas? Pues no.
La posibilidad de suspender partidos por lluvia, huracanes o cualquier otro problema atmosférico penderá como una espada de Damocles sobre la "cabeza" de la liga. Esto ha sido así en tiempos normales, pensemos cómo será en una época "anormal" como la actual.
Creemos que en los cuarteles generales de los equipos, la propia MLB y hasta en la sede del sindicato de peloteros ya deben tener sobre la mesa diferentes borradores de calendarios, unos con menos partidos que otros.
Es un tema complejo pues están en juego el dinero que ganan los profesionales que viven del béisbol y las empresas que manejan el negocio. Pero la insólita irrupción del Coronavirus ha sido algo fortuito, que agarró al mundo por sorpresa y como dicen coloquialmente "con los pantalones abajo".
Ante este panorama complicado hay que ser racionales. Jugar un año de 80, 100 o a lo sumo 115 juegos, dependiendo del día que inicie la campaña, sería lo más sensato. También hay que considerar que quizás la postemporada no será con series a siete partidos o tal vez suprimir algún clasificado.
Es temprano aún porque faltan semanas o meses para que pasen los embates del COVID-19, que ojalá sean los menos dolorosos posibles. Pero estamos a tiempo de pensar y por esta vez adelantarnos un par de pasos a este mal.