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La temporada en la que Miguel Cabrera estuvo cerca de ganar la Serie Mundial con Tigres

Miguel Cabrera no pudo evitar la derrota de Detroit en la Serie Mundial
Miguel Cabrera no pudo evitar la derrota de Detroit en la Serie Mundial / Ezra Shaw/GettyImages
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Miguel Cabrera está por jugar su temporada número 20 en la MLB y en su larga carrera puede presumir de haberlo ganado casi todo.

Si el venezolano de los Tigres de Detroit tuvo un año brillante en su carrera, fue la campaña de 2012 en las Grandes Ligas.

Se llevó el Bate de Plata, la primera Triple Corona del bateo desde 1967, su primer MVP de la Liga Americana, fue al Juego de Estrellas. Y casi consigue su segundo anillo de campeón de la Serie Mundial.

La vida parecía sonreírle a Cabrera esa temporada. En la campaña regular dejó números para la historia con su campeonato de bateo (.330), jonrones (44) y carreras impulsadas (139). También tuvo 3.93 de OBP y lideró el slugging con .999.

Junto a él en Detroit jugaban Prince Fielder, Delmon Young, Austin Jackson y Omar Infante, además de Justin Verlander y Max Scherzer en la rotación. Dirigidos por Jim Leyland terminaron en primer lugar de la división central de la Liga Americana con record de 88-74.

En la serie divisional sacaron del camino 3-2 a los Atléticos de Oakland sin mayor parte de Cabrera, que tuvo línea de .250/.318/.350, no dio jonrones y remolcó solo una anotación.

En la barrida ante los Yankees de Nueva York en la Serie de Campeonato el venezolano volvió en plan grande, con un jonrón y un doble, cuatro impulsadas y promedios de .313/.421/.563.

Cabrera estaba cerca de cumplir la promesa que le hizo a los aficionados de los Tigres de darles el campeonato, pero no fue posible.

Los Gigantes de San Francisco impidieron que el astro cumpliera su palabra y el pitcheo lo limitó a solo dos sencillos y un vuelacercas en 13 turnos en la Serie Mundial, para promedio de .231. El cuadrangular fue su única carrera impulsada.

Esa fue la clave para que San Francisco concretara una barrida en cuatro juegos que le dio su segundo título en tres años y dejó a Cabrera y los Tigres con las manos vacías.