Hay todo un debate abierto en la MLB tras conocerse que cerca de 30 jugadores estuvieron entrenándose en secreto después de que la liga detuviese el Spring Training en marzo por la pandemia de COVID-19.
Max Scherzer, Paul Goldschmidt, Corey Kluber, el slugger de los Yankees de Nueva York Giancarlo Stanton y Justin Verlander son algunos de esos peloteros que se mantuvieron activos en el gimnasio de Eric Cressey en Palm Beach.
No se contentaron con eso. A finales de junio también disputaron un par de juegos en un campo de la secundaria de Palm Beach.
The crazy story of Justin Verlander, Max Scherzer, Corey Kluber, Paul Goldschmidt, Giancarlo Stanton & other MLB stars and the underground sandlot games no one knew about.
— Britt Ghiroli (@Britt_Ghiroli) July 2, 2020
“We would’ve had 10,000 people there.”
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Ahora que se ha reanudado la pretemporada de Grandes Ligas con todos los protocolos de seguridad, no ha faltado quien cuestione el accionar de estos astros.
Consideran que fueron irresponsables al no acatar las directrices de la MLB y las autoridades de salud. Pero, ¿realmente lo fueron?
Cressey asegura que se tonaron todas las medidas de salud dispuestas por las autoridades. Y de hecho, no se reportaron casos de COVID-19 en este grupo que trabajó en privado.
"Lo más difícil fue la parte de la salud y la seguridad", señaló Cressey. "Tuvimos que formar grupos muy pequeños a lo largo de los más de 10.000 pies de espacio que tiene la instalación".
Además, nunca jugaron en presencia de aficionados ni estuvieron cerca de aglomeraciones de personas. A pesar de todo ese control que dicen haber tenido, fue una temeridad.
Yankees strength and conditioning director Eric Cressey hosted secret nine-inning games as well workouts for several MLB All-Stars and other pro athletes at Palm Beach High School over the past couple months
— Talkin’ Baseball (@TalkinBaseball_) July 2, 2020
(via @Britt_Ghiroli of @TheAthletic) pic.twitter.com/neAg4SGwUx
Estaban de cierta manera cuidando su salud. Muchos especialistas en medicina deportiva alertaban sobre los riesgos de lesiones que sobrevendrían cuando se reanudaran las actividades.
Y es justamente eso lo que trataban de evitar estos jugadores. Querían llegar en forma y no exponerse a otras dolencias.
Si bien en ese aspecto fueron cuidadosos de su cuerpo y sus carreras, burlar las medidas dictadas por especialistas de salud pública en medio de una pandemia que todavía no se ha controlado en Estados Unidos es una temeridad.
Todo salió bien, pero pudo haber sido distinto si alguno de ellos llegaba a contagiarse. Por lo tanto, y a pesar de haber tomados todas las medidas necesarias, no parece haber sido una buena decisión.