Si la temporada de la MLB comenzara mañana, los Yankees de Nueva York no contarían con cuatro de sus principales figuras por lesión y tendrían que esperar dos meses más por otro, Domingo Germán, suspendido.
Y aun así, luce muy difícil que los Medias Rojas de Boston pudieran disputarle el liderato en la División Este de la Liga Americana. Sobre todo ahora que saben que perderán a Chris Sale hasta 2021 por una cirugía Tommy John.
Boston Red Sox coronavirus: Starting pitchers likely will need another 3, 4 weeks once MLB resumes spring training https://t.co/zsZNk1dr20
— Christopher Smith (@SmittyOnMLB) March 20, 2020
Pero ¿qué necesitarían para volver a ser una amenaza para sus rivales?
De entrada, mucho pitcheo. La gerencia fue muy criticada por no invertir en este aspecto en el receso entre 2018 y 2019 y eso terminó pasándoles factura.
La salida de David Price a los Dodgers de Los Angeles y la lesión de Sale dejó a la rotación de abridores en una situación comprometida, dependiendo del venezolano Eduardo Rodríguez y de Nathan Eovaldi.
El bullpen también necesita ser reforzado. En Boston se negaron a entrar en puja por un cerrador de cartel y eso fue una de las claves para su terrible temporada de 2019. Necesitan con urgencia alguien que preserve sus victorias.
La ofensiva no fue un problema, pero con la mudanza de Mookie Betts a los Dodgers será imperativo que otros tomen la batuta en este departamento. Principalmente el recién llegado Alex Verdugo, que ha tenido problemas físicos.
Even without Mookie Betts, the Red Sox still have one of the MLB's best offensive trios.
— NBC Sports Boston (@NBCSBoston) March 14, 2020
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Finalmente, hay algo que no es cuantificable, pero resultará fundamental. Los Medias Rojas necesitan estabilidad. El escándalo por robo de señas de los Astros los salpicó y lidian con su propia investigación por parte de MLB. Gracias a eso hubo cambios y aunque se da por sentado que Ron Roenicke seguirá al frente del equipo, aún no le dan la titularidad como manager.
Un cuerpo técnico asentado y alineado con la gerencia y el fin de la incertidumbre sobre la investigación ayudarían mucho a que Boston pase la página. Pero no hay que engañarse. Si los aficionados sintieron que la campaña de 2019 fue una pesadilla, la de 2020 será cuando menos un desafío.