¿Robinson Canó fue un buen negocio para los Mets de Nueva York?
Por Mariana Moreno
Después de dos semanas apartado de la acción de la MLB por una distensión en el aductor, finalmente Robinson Canó volvió a jugar este viernes con los Mets de Nueva York.
Hasta el partido del viernes contra los Filis de Filadelfia, el dominicano apenas había estado en 10 choques de esta temporada, una nueva decepción en el paso del infielder por los Mets.
A esta organización llegó Canó en diciembre de 2018. Venía desde los Marineros de Seattle, que le dieron en 2013 un contrato de 10 temporadas y 240 millones de dólares.
Su paso a la Gran Manzana implicó que Seattle asumiera 60 de los 120 millones que restaban en el acuerdo. Las expectativas con la que llegó a Nueva York no se han podido cumplir.
En 2019 Canó dejó línea de .256/.307/.428 con solo 13 jonrones y 39 carreras remolcadas, aquejado también por problemas físicos que lo limitaron a aparecer en 107 partidos.
Esta vez regresó de la lista de lesionados con un cuadrangular, pero antes de lastimarse el 3 de agosto no se estaba destacando: solo llevaba un jonrón y 7 remolcadas, aunque bateaba para .412.
Ya había dado algunas razones para preocuparse cuando se reportó tarde al campamento de verano por “algunos asuntos personales” que debía resolver.
Para el equipo de los Mets el cambio por Canó no ha resultado como esperaban, ya que no ha sido el jugador determinante que creían sería, ni ha liderado la ofensiva del club. La estrella que brilló en Seattle parece haber quedado atrás.
Su contrato está garantizado hasta el 2023, lo que significa que los Mets tendrán todavía por delante otras tres temporadas con un jugador que ya tiene 37 años de edad y que parece ir en franco descenso.
Esto no luce como un panorama prometedor para los Mets de Nueva York, que esperan ver el resurgimiento de Canó para no sentir que hicieron un mal negocio al traerlo al equipo.