Para Rafael Devers, la extensión de contrato que le dieron los Medias Rojas de Boston en la campaña de 2023 tiene que resultar una bendición y un castigo al mismo tiempo.
Causó revolución en MLB cuando finalmente le dieron al dominicano -que entonces todavía era tercera base- un acuerdo multimillonario, una respuesta a una petición que llevaba tiempo sobre la palestra y que lo ratificó como la gran figura del equipo de Nueva Inglaterra. Pero las cosas no han resultado como esperaban.
Ese acuerdo de 313.5 millones de dólares por 10 temporadas, que fue la mayor extensión que ha otorgado la franquicia de Boston en su centenaria historia y que fue tan celebrada en las Grandes Ligas, de alguna forma también se ha convertido en un peso para el jugador de 28 años de edad.
Los tres años consecutivos que tienen los Medias Rojas quedando fuera de los playoffs han hecho que la presión aumente sobre Devers, su producción ofensiva y su capacidad de liderar al grupo.
El mercado se ha movido a un ritmo vertiginoso después de que Devers y los Medias Rojas alcanzaron ese acuerdo y ahora mismo el quisqueyano ocupa el puesto 15 entre los mejores contratos de la MLB (y sexto entre los latinos), justo por detrás del lanzador Gerrit Cole.
El hecho de ser el jugador mejor pagado del conjunto de Boston fue también uno de los argumentos que usaron sus detractores durante las crisis originadas por sus enfrentamientos públicos con la gerencia por su salida de la tercera base en la primavera y luego, en mayo, por la petición de que jugara en la inicial.
También termina siendo un obstáculo para el planteamiento de una posible salida vía cambio. Aunque el acuerdo establece un diferimiento de pagos ($75 millones fraccionados entre 2034 y 2043), no muchos equipos están en disposición de costear sus 27 millones de dólares de salario anual, una cifra que se incrementará a $28.5 millones a partir de 2027.
En teoría, su salario promedio es de 31.3 millones de dólares, una cifra que lo pone en el puesto 15 entre todos los jugadores de las Grandes Ligas, por encima de una superestrella como Mookie Betts.